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En medio de un mundo que cambia constantemente, hay personas que no solo se adaptan, sino que transforman su entorno con disciplina, valores, y convicción.

Milagros Bevacqua es una de esas mujeres. Contadora pública, emprendedora, madre, creyente y, sobre todo, una trabajadora incansable. Su historia está marcada por el esfuerzo, el legado de su familia y una férrea voluntad de vivir con propósito y metas claras.

Desde muy joven supo que el trabajo sería su carta de presentación ante el mundo. No por obligación, sino por una necesidad intrínseca de su ser, ella siempre tuvo claro que el trabajo le daría grandes frutos. Milagros, es consciente de que su nombre ya resuena en muchos lugares por lo que ha construido a lo largo de su vida. A sus 45 años y graduada desde el año 2001, tiene un recorrido profesional y personal, que es tan vasto como  inspirador.

La esencia de Milagros Bevacqua, y la fuerza que ha guiado su trayectoria profesional, se forjó desde sus años de formación.

Como «Semper Fidelis» del colegio La Presentación, donde cursó desde primer grado hasta quinto año, Milagros creció bajo una insignia que proclamaba Piedad, Cultura y Trabajo. Este último pilar, el trabajo, se convirtió en un estandarte personal, y en su máxima carta de presentación.

Con esa convicción, Milagros dio sus primeros pasos en el mundo laboral como pasante en el antiguo Banco BOD.

Sin embargo, aquel rol en la gerencia de riesgo crediticio no la cautivó; la contabilidad bancaria, confesaba, simplemente no era lo suyo. Su instinto la guio a buscar un camino donde su energía pudiera fluir con mayor propósito.

Esa búsqueda la llevó a Productos Operativos Venezuela, una empresa inmersa en el dinámico sector de la compresión de gas. Fue un periodo de aprendizaje y adaptación, que pronto tomaría un nuevo rumbo cuando la compañía, parte de un consorcio más grande, fue adquirida por la internacional Hanover Compressor. Allí, Milagros se encontró en el corazón de operaciones que servían a gigantes como Shell, Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Pérez Companc de Argentina. Durante cinco años, forjó una experiencia invaluable, sumergiéndose en las complejidades de la contabilidad y la gestión de personal.

Pero la vida de Milagros siempre ha estado marcada por un profundo deseo de establecer su propio negocio,  y llegó un momento en que el llamado del negocio familiar resonó con más fuerza. Fue una decisión que cambió por completo su eje: dejar atrás el empleo en el sector privado para dedicarse de lleno a una gestión propia y familiar.

Un salto de fe que, junto a su padre, la llevó a construir su camino bajo sus propias reglas, movida por la determinación y la autogestión que definen su personalidad.

Así, con la compra de un terreno y un proceso de construcción gradual, nació Tanoca. Esta compañía representó la unión de dos generaciones, padre e hija, convirtiéndose en una empresa forjada por ambos, un verdadero proyecto compartido que marcó un hito en la vida profesional y personal de Milagros.

Forjada entre el rigor de su educación y la experiencia laboral desde tan temprana edad, la conversación con Milagros Bevacqua profundizó en cómo todos esos cimientos influyeron en su manera de ver el mundo.

Su perspectiva tan única sobre la vida, la maternidad y la importancia de la familia ayudó a conocer las claves detrás de su éxito. 

¿Qué lecciones o valores aprendiste que has aplicado en tu vida profesional? 

-Definitivamente la organización, porque no se puede trabajar si no se planifica, y eso lo aprendí en casa, no en la universidad. Entonces realmente lo que se refiere a disciplina, planificación, mirar a dónde vas, a dónde quieres ir, eso te lo da una persona que es emprendedora, eso no te lo da la carrera, porque la carrera te da herramientas, pero no te dice para dónde vas. Entonces la planificación, la disciplina, la constancia, eso se ve en la casa.

 

¿Te consideras una mujer trabajadora? ¿Cómo defines ser trabajador o trabajadora?

-Para mí, la palabra «trabajo» significa construir. Porque si solo quieres trabajar, trabajas por hacer, trabajas para vivir. Pero cuando visualizas lo que quieres y trabajas en función de eso, tú mismo pones los pasos para edificarlo. Eso aplica para todo: para ordenar una gaveta, para hacer una empresa, para hacer un plato de comida. El trabajo es construir, y así es como lo veo yo; ese es el resultado. Uno construye algo cuando trabaja

¿Cómo crees que esa ética o esa mística del trabajo se ve reflejada en tus logros y en la persona que eres el día de hoy?

El trabajo nos define, puedes estar en casa, pero seguramente haces algún trabajo, porque esa es la razón, no te puedes levantar sin motivo, todos nos levantamos con un motivo, hasta ordenar mi cama, ya eso es un trabajo. Entonces realmente en mi vida personal, el trabajo me define, como profesional, como madre, como todo. Con trabajo he logrado todo lo que tengo hasta hoy. 

Tu papá, fue una figura muy importante en tu desarrollo profesional y personal, ¿cuál fue la mayor enseñanza o el mayor aprendizaje que obtuviste de él? 

Trabajo. El trabajo, mi papá trabajó desde los 7 años. 

¿Cuál ha sido tu mayor logro desde el punto de vista profesional?

-Yo no considero que haya llegado, porque a mi edad, yo pienso que puedo hacer todavía más, entonces yo no te puedo decir realmente que es, esa respuesta no la tengo. Ahora, como ser humano, ser mamá, y eso me lo dio Dios. 

 ¿Qué nos puedes contar de Tanoca? ¿Esos fueron tus inicios en el mundo laboral?

Realmente no, mi papá fue constructor toda la vida, y desde los 14 años yo trabajaba con él. Él era brillante, aunque no estudió, y me enseñó a llevar los cálculos de nóminas y prestaciones, como un Excel antes de que existiera. Íbamos al banco, sacábamos el efectivo, preparábamos los sobres para pagar. Después, me encargaba de cobrar los alquileres de los apartamentos. Era un trabajo muy dinámico y administrativo», comparte Milagros, recordando sus inicios.

Su trayectoria la llevó luego a la empresa Hanover Compressor, donde a los 19 años ya gozaba de un salario considerable. Sin embargo, la inquietud de acelerar sus metas crecía. «Yo pensaba: ‘Papi, tengo que trabajar mucho tiempo para comprarme una camioneta. ¿Por qué no trabajo para mí y lo logro en menos tiempo? Así nació la idea de abrir una ferretería», relata. Fue un proyecto grande que requirió planificar desde el capital hasta el tipo de productos. «Compramos un terreno, construimos poco a poco, y así nació Tanoca, una empresa que unió a la primera y segunda generación, ¡éramos los dos!», afirma, evidenciando el entusiasmo que le generaba la empresa familiar.

“Como familia habíamos desarrollado un sistema genial: vendíamos kits completos para construir por placas, llegando a suplir hasta 120.000 casas. Era una época maravillosa, pero después de que se cerró la apertura petrolera, todo se vino abajo, y el negocio ya no funcionó. Honestamente, no es algo en lo que quiera volver a trabajar hoy en día», concluye, marcando el fin de una era y de un momento muy importante y satisfactorio en su vida profesional.

¿Cuáles son los próximos desafíos qué te motivan a seguir adelante? 

-Yo creo en este país, yo soy de las que no se van. El día que mi hija sea grande y quizás no quiera estudiar acá, otra cosa será, pero todavía faltan años para eso. Hoy por hoy, estoy haciendo una planificación para hacer un tipo de inversión de importaciones, ese es el nuevo desafío, esa es la nueva foto. 

¿Cómo describes el impacto de la maternidad en tu vida profesional?

Eso es multifactorial, porque la maternidad puede ser un proceso infeliz o puede ser una bendición. Cada quien lo vive como lo quiere vivir. Yo viví mi maternidad de una manera maravillosa, he vivido ser madre de esa misma manera, pero para que todo funcione, hay que tener un equipo. A veces me toca viajar y puedo pasar tiempo fuera, y mi casa funciona perfecto. Nada se detiene, porque todos saben sus roles. Es cuestión de marcar el punto sobre la ‘i’, con puntos no negociables. Cuando mi hija nació, alguien me dijo, “Milagros, tu hija vino a tu vida, ella se adapta a ti, no tú a ella.” Los hijos deben adaptarse a nuestra vida, es un tema de ejercer la maternidad, porque la maternidad se ejerce y en mi casa yo soy quien ejerce la maternidad.

¿Tuviste algún momento de estrés entre un compromiso laboral y un compromiso familiar?

Para mí, la familia siempre prevalece. Los momentos en familia no vuelven, a diferencia de lo laboral, que casi siempre puedes posponerlo, salvo contadas excepciones. Por ejemplo, si mi hija necesita algo importante y tengo que posponer un viaje, lo hago. Aunque también he tenido que decir, «mi amor, tu mamá no te va a acompañar, pero está tu papá». Y ella, tranquila, me dice: «Mami, no hay problema». Pero si se hubiera tratado de su graduación, créeme que nada más me hubiera interesado. Es una cuestión de equilibrio, pero para mí, como buena italiana, la familia está primero, siempre.

¿Cuál es la mayor recompensa al final del día luego de ver tu desempeño como mamá y como profesional?

Para mí, la mayor recompensa es dormir tranquila. Puedes trabajar y hacer las cosas mal, y eso te quita la paz. En cambio, yo siento la satisfacción del deber cumplido, como cuando vas al gimnasio y, a pesar de la pereza, te entrenas y sientes esa satisfacción. Así me siento yo. Sé que con los años voy a seguir sintiéndome feliz de ser una persona honorable.

La vida de Milagros ha sido un constante ejercicio de superar expectativas, especialmente como mujer sola. Relató cómo, a pesar de los «no» que encontró en su camino, logró derribar las barreras sociales que se le imponían. Un ejemplo fue su empeño en unirse a un club donde le negaron la membresía por no estar casada. «Yo insistí que mi estado civil no me define como persona», recordó, y su determinación la llevó a convertirse en la única mujer soltera y socia de ese espacio, un logro que le genera una inmensa satisfacción.

Esta capacidad de imponerse, se conecta directamente con las enseñanzas de su padre. «Me llena que, incluso gente que no conozco, me reconozca en la calle como Milagros Bevacqua», comentó, atribuyendo este respeto al legado de su padre. «Él me enseñó el valor de la palabra» afirmó. Para ella, esa es la razón por la que, si en un lugar dice «me lo voy a llevar», se lo permiten, porque saben que su palabra es de honra. Esas son, para Milagros, las cosas que al final del día se convierten en sus recompensas. 

¿Quién ha sido tu mayor apoyo? Ese que ha estado ahí para ayudarte, para levantarte, para abrazarte.

-Mi mayor apoyo, y la persona que de verdad me comprendía, fue mi papá, que en paz descanse.

El día que falleció, le dije a mi mamá que sentía que se había ido quien me entendía. Nos mirábamos y ya sabíamos lo que el otro pensaba sobre cómo hacer las cosas. Creo que por eso fuimos un equipo de trabajo tan exitoso. 

Espero poder ser eso para mi hija, que el día de mañana ella vea en mí esa misma conexión. De hecho, a su corta edad, ella ya siente que formamos un equipo. Para mí, la palabra equipo es vital, aplica para todo.

La gente me pregunta por qué nunca me he casado, y la respuesta es simple: no he conseguido un equipo. Necesito a alguien que me diga «tú vas por aquí, yo voy por acá» Esa es la dinámica que realmente funciona.

Realmente, formar equipo es esencial para todo, desde un viaje hasta cualquier proyecto. Se trata de las buenas voluntades de ambas partes.

 

¿Qué legado te gustaría dejar tanto en el ámbito profesional como en el personal?

Solo se puede. Aunque necesitamos un equipo para muchas cosas, hay otras que se logran en solitario. Mi hija me observa trabajar y, a sus 9 años, a veces me pregunta: «¿Mami, tenemos ahorros?». Ella empieza a tener conciencia de mis esfuerzos porque me ve sola. 

Le estoy enseñando que sola puedo, y ese es el legado más importante que quiero dejarle como mamá. Ella no ve el equipo profesional que tengo detrás, pero mi deseo es que entienda que uno puede planificarse y emprender por sí mismo, valiéndose de las herramientas necesarias para lograr sus metas. Ese es legado personal que quiero dejarle. 

Si tuvieras que hablar con esa joven de hace algunos años, ¿Qué cambiarías o qué le dirías que hiciera?

Si pudiera volver atrás, haría todo diferente. Muchas de las cosas que hice, las hice para darle satisfacción a mi papá, y por respetar que él era de la vieja escuela, quizás no fui tan exitosa como pude haberlo sido si hubiera hecho más cosas a mi manera. Honestamente, sí, hubiese cambiado muchas cosas.

Incluso, no hubiese empezado a trabajar a los 14, sino a los 10. Y, de hecho, quiero inculcarle a mi hija el valor del trabajo a muy temprana edad, quiero enseñarle a ganarse las cosas por su propio mérito y esfuerzo. 

 

¿Qué mensaje te gustaría dejar a las nuevas generaciones de contadores públicos?

Mi mensaje más importante sería para los jóvenes que están en quinto año de bachillerato, los que aún no deciden qué estudiar. Yo misma llegué a la contaduría porque una tía, que era auditora, me inscribió. Ella decía que, por mi temperamento, yo debía ser contadora. Honestamente, yo no tenía idea de qué se trataba. Pero, si hoy vieras mi casa, dirías: «¿Por qué no estudiaste diseño de interiores?» ¡Esa es mi verdadera pasión!

Por eso, mi consejo es para esos muchachos que no saben qué camino tomar. Sería vital que los gremios profesionales (contadores, odontólogos, etc.) vayan a los colegios y expliquen un «día en la vida» de un profesional. Que muestren lo que hace un contador desde que se levanta: estudiar cuentas, balances. Así, el joven puede sentir si le gustaría pasarse la vida en eso. Por ejemplo, a mí no me gusta la vida de un contador exactamente, pero como la contabilidad es tan completa y se puede ejercer desde la gerencia, encontré mi lugar en ese ámbito y me gustó. 

Me gradué en cuatro años, y pienso en el tiempo que pude haber «perdido» si no me hubiera gustado. Mi recomendación es que se hable con ellos un año antes de la universidad. El que ya comenzó en la carrera y le gusta, que bien. Pero muchos se inscriben sin saber, porque en el colegio los números son científicos, no hay materias de finanzas, de débito o crédito. Ellos no saben que eso existe.

Si logramos que los muchachos de quinto año entiendan cómo funciona la carrera, verás que muchos jóvenes escogerán estudiar contaduría. Es una carrera que abre muchas puertas, pero algunos jóvenes no saben por dónde empezar. Ese es mi consejo la idea es que la persona no sienta que está en un trabajo, sino que está haciendo lo que le gusta.

 

Milagros Bevacqua ha forjado una vida definida por firmes convicciones como el trabajo, la tranquilidad y la familia, a las cuales ella determina como sus pilares fundamentales.

Además, brinda una perspectiva enriquecedora sobre los obstáculos que puedan presentarse en cada etapa del camino y como sus acciones y su honestidad le han ganado un reconocimiento que va más allá de lo profesional. Su punto de vista en la planificación, la importancia de formar un equipo y como prioriza la tranquilidad personal por encima de todo, revelan las claves de una vida llena de satisfacción.