Con una trayectoria que supera los 25 años en cargos de alto nivel en reconocidas empresas nacionales e internacionales, Magda Briceño se ha consolidado como una profesional referente en el área de la Contaduría Pública. Egresada de la Universidad del Zulia en 1991, ha sido testigo y protagonista de la transformación de la profesión contable, desde los meticulosos métodos manuales hasta los actuales procesos digitales, manteniendo siempre una firme convicción en la importancia de la actualización constante.
Su nombre está vinculado a organizaciones de prestigio como FMC y Alimentos Kiri, donde su liderazgo y experiencia han dejado huella. Sin embargo, su historia va mucho más allá de los números y balances. Madre de cuatro hijos y abuela de cinco nietos, Magda Briceño ha enfrentado con resiliencia y esfuerzo los desafíos de la vida, logrando un admirable equilibrio entre su exigente carrera y el bienestar de su familia.
Reconocida también por su participación activa en gremios profesionales y su pasión por el deporte, especialmente los maratones, su vida es un testimonio de disciplina y compromiso en todos los ámbitos. Esta entrevista busca adentrarse en la esencia de una mujer que, más que una contadora de éxito, es un ejemplo de superación personal y profesional.
¿Puede compartirnos alguna experiencia que fue clave y que usted considere que marcó un antes y un después en su desarrollo profesional?
“Inicié mi carrera profesional en contabilidad relativamente tarde, alrededor de los 30 años. Me incliné y especialicé en el área de costos, trabajando en empresas manufactureras. Mi experiencia en FMC, una empresa internacional donde laboré por 25 años, marcó un antes y un después en mi desarrollo. Comencé como auxiliar y progresé a puestos como asistente, jefe y finalmente contralora. En este último rol, expandí mi supervisión a operaciones en países latinoamericanos como Colombia, México y Argentina. El cargo de contralora para estas tres empresas fue el de mayor responsabilidad y donde alcancé mis mayores logros profesionales.”

¿Qué la motivaba tener esa participación tan activa en el gremio, y qué cree usted que fue lo más valioso que obtuvo de todas esas experiencias?
“La vida gremialista siempre me ha gustado, desde siempre. Sin embargo, mi trabajo en esa época me permitía muy poca participación. Siempre estuve limitada porque las empresas donde trabajé eran de mucha responsabilidad y con fechas de cumplimiento estrictas.
Regularmente, las actividades gremiales solían ser a finales de mes, y esos días eran complicados para mí debido a los cierres contables. A pesar de eso, siempre participaba hasta donde podía. Más tarde, comencé a involucrarme en el área del maratón.
Casi siempre he llegado a la meta, pero he ganado muy poco porque la competencia es muy fuerte, ya que hay mucha gente dedicada a eso. Aun así, siempre estuve muy motivada a participar. Así que lo más valioso que obtuve fue eso, la experiencia de siempre participar y no rendirme.”
De todas esas actividades dentro del gremio en las que usted ha participado, ¿cuál es aquella que recuerda quizás con mayor cariño y por qué?
“En realidad, la actividad en la que más he participado y que recuerdo con mayor cariño es el maratón. En otras actividades, como los juegos de mesa, no he estado tan involucrada, pero en el área de maratón siempre me he dedicado con mayor constancia y entusiasmo.”

¿Y cuál fue la mayor enseñanza en esos maratones? ¿Aprendió algo que aplicó en el ámbito profesional y personal?
En el ámbito personal, los maratones me han dejado grandes beneficios, especialmente en lo físico y en la salud. En lo profesional, la mayor enseñanza ha sido el valor de la participación, el compañerismo y la buena relación con el gremio, tanto a nivel local como nacional.
Estas experiencias me permitieron conocer a muchos colegas valiosos y fortalecer lazos de amistad. Incluso tuve la oportunidad de participar en una junta directiva nacional, algo que me dejó grandes aprendizajes, aunque no siempre podía involucrarme tanto como quisiera por mis responsabilidades en las empresas.
Usted actualmente ya no ejerce la profesión. ¿Está en pausa su ejercicio profesional?
“Realmente mi deseo es poder ejercer de manera independiente, pero actualmente he puesto en pausa mi actividad profesional. Mis hijos viven fuera del país y he necesitado dedicar más tiempo a compartir con ellos. La profesión exige una gran dedicación y, durante muchos años, mi formación y mi trabajo absorbieron gran parte de mi tiempo, restándoselo a mi familia.
Después de la pandemia decidí tomar un espacio para atenderlos, ya que durante su crianza muchas veces debieron apoyarse entre ellos debido a mis responsabilidades laborales. Como madre soltera desde muy temprano, asumí esa responsabilidad y mi hija mayor tuvo que encargarse de los más pequeños, algo que para ellos fue un reto, aunque siempre mostraron comprensión.”
Cuando usted estaba ejerciendo su profesión, ¿cuáles eran las herramientas o los métodos de trabajo que utilizaban? ¿Y cómo lo puede comparar ahora con tanta solución tecnológica que emplean los contadores hoy en día?
Antes trabajábamos de manera completamente manual. Usábamos grandes hojas de análisis de hasta 24 columnas, donde todo debía cuadrar a la perfección; un error podía ser tan simple como una coma mal puesta. Así inicié en la contabilidad, sumando columna por columna hasta que llegaron las primeras computadoras y aprendimos a manejarlas.
Hoy en día, con tantas herramientas tecnológicas, normas internacionales y el avance de la inteligencia artificial, puedo decir que me genera cierto respeto, incluso algo de temor. Pero más que miedo, lo que siento es la necesidad de prepararme para estar a la par de estos cambios y poder enfrentar los nuevos retos de la profesión.
¿Cómo puede describir usted las diferencias que hay entre la profesión contable de esos primeros años y el ejercicio actual, especialmente con todo lo que involucra los cambios tecnológicos?
Después de trabajar con aquellas enormes hojas de análisis, que eran realmente agotadoras porque cualquier error podía hacerte perder horas de trabajo, comenzaron a surgir los primeros softwares contables. Recuerdo que uno de los primeros que utilicé se llamaba symphony; no era tan avanzado como Excel, pero permitía sumar, restar, multiplicar y dividir, lo que en aquel momento significó un gran avance.
Las calculadoras siempre fueron nuestras aliadas, pero cuando la empresa donde trabajaba, que era una compañía norteamericana, vio que aún manejábamos procesos manuales, decidió implementar computadoras. Fui la primera persona en recibir una, ya que tenía el título profesional y estaba a cargo de los cierres contables. Las demás personas del equipo ocupaban cargos de analistas y se encargaban de las tareas más operativas.
En ese momento, recibir la capacitación en esos programas era considerado un privilegio, porque solo había una computadora y yo era la responsable de utilizarla. Los cierres contables eran muy exigentes: debíamos finalizar el proceso el día 30 o 31 de cada mes y entregar los resultados a Estados Unidos en tan solo tres días. Eso implicaba jornadas extenuantes, muchas veces amaneciendo en la oficina, y trabajar fines de semana por pura responsabilidad, ya que no existía una remuneración adicional.
Con el tiempo, la tecnología avanzó y las empresas comenzaron a invertir en la actualización de software y en programas de entrenamiento, lo que alivió en parte el trabajo. Pero los primeros años fueron muy duros porque todo era completamente manual. En esa época dependíamos únicamente de las sumadoras de mano; no existían programas que sumaran automáticamente las columnas, así que el esfuerzo era enorme.
Paralelamente, el gremio contable siempre estuvo muy activo, especialmente a través de actividades como el comité deportivo y la caja de ahorro, que permitían mantener el contacto entre colegas a pesar de las largas y demandantes jornadas laborales.
Desde su perspectiva, ¿cómo visualiza usted el futuro de la profesión contable en los próximos 10 o 20 años? ¿Qué rol cree usted que pueda jugar el contador en un mundo cada vez más digitalizado?
Considero que el desarrollo tecnológico y la actualización profesional deben avanzar simultáneamente. No me imagino un futuro en el que existan contadores desactualizados, pues esta es una profesión que exige estar en constante evolución. Aunque existen carreras afines como la administración o la economía, ninguna reemplaza la especialización del contador.
Por eso, el contador debe mantenerse actualizado no solo en aspectos tecnológicos, sino también en temas legales, fiscales y multidisciplinarios. La profesión es dinámica y exige que sus profesionales estén al día con los cambios y avances del mundo digital para cumplir con sus responsabilidades. No visualizo un mundo avanzado sin contadores igualmente preparados.

¿Cómo logró usted equilibrar una vida profesional tan intensa y también gremial, con su vida personal y familiar? ¿Hubo algún momento en que sintió que algún desafío podría romper ese equilibrio?
Ser madre soltera es un reto muy fuerte. Comencé a estudiar y a casarme muy joven, y tras mi divorcio asumí la responsabilidad de criar a mis hijos sola. Mi hija mayor fue un pilar fundamental en este proceso; ella me brindó un apoyo invaluable. Trabajaba durante el día y estudiaba por las noches, por lo que los niños pasaban muchas horas solos, aunque siempre traté de buscar ayuda externa. Este apoyo fue fundamental para que yo pudiera continuar con mi carrera profesional y gremial sin descuidar a mi familia.
Nunca sentí que estuviera “con el agua al cuello”, a pesar de las dificultades y responsabilidades. Siempre cumplí con mis obligaciones como madre y profesional. Con el tiempo, mis hijos fueron creciendo y cada uno logró graduarse con éxito.
Cuando mis hijos finalmente se fueron del país, pude dedicarme un tiempo para mí misma y para disfrutar de mis nietos, viajando y pasando más tiempo con la familia. Este período de “año sabático” me permitió desconectarme un poco del trabajo profesional tras décadas de dedicación intensa.
Este equilibrio entre la vida profesional, gremial y familiar fue posible gracias al apoyo incondicional de mi hija y a la fortaleza que me dieron las experiencias de vida, así como a la disciplina y compromiso que siempre mantuve
¿Cómo disfruta de su tiempo, tiene algún hobby, alguna actividad que a usted le apasione, a la que le dedica tiempo?
«Mi vida cambió bastante en esta etapa. Cuando viajo a otros países, suelo tener menos tiempo para el disfrute porque las dinámicas allá están muy enfocadas en el trabajo, pero siempre trato de tomarme momentos para descansar.
Aquí en Venezuela aprovecho para mantenerme activa: salgo a caminar, hago ejercicio, participo en bailoterapia y en actividades relacionadas con los maratones, aunque este último no pude asistir porque me encontraba en Estados Unidos. Además sigo participando de manera constante y, siempre que estoy en el país, me mantengo presente en las actividades gremiales.»

¿Qué consejo le daría a las nuevas generaciones de contadores públicos que están comenzando su carrera, considerando los desafíos y oportunidades que presenta el panorama actual?
“Mi consejo es muy claro: en ningún momento deben quedarse atrás. La profesión contable, a nivel mundial, debe avanzar al ritmo de la digitalización y los constantes cambios del entorno. Actualmente, estamos en una era donde tecnologías como la inteligencia artificial comienzan a integrarse en la profesión, aunque aún no se hayan asimilado completamente, sin embargo son grandes herramientas.
Los contadores que no se actualicen quedarán rezagados, porque esta es una profesión que exige estar en constante evolución. El desarrollo económico está directamente ligado a la contabilidad, por lo que un contador actualizado es clave para medir y acompañar ese progreso. A diferencia de otras profesiones, la contabilidad requiere un conocimiento profundo y análisis constante, pues depende de áreas legales y laborales que también están en continua transformación.”
Con más de tres décadas de trayectoria profesional, Magda Briceño es el vivo ejemplo de que la disciplina, el compromiso y la actualización constante son las claves para mantenerse vigente en una profesión tan dinámica como la contaduría pública. Hoy, tras una vida dedicada al trabajo, al gremio y a su familia, disfruta de un merecido tiempo de pausa sin desconectarse de lo que ha sido su gran vocación.
Su mensaje a las nuevas generaciones es claro: el contador debe ir siempre de la mano con la evolución del mundo, porque la contabilidad no solo registra la historia económica de las organizaciones, sino que es también la brújula que las guía hacia el futuro y como se mueve el mundo.
Con su experiencia y sus enseñanzas, Magda Briceño deja un valioso legado de resiliencia, amor por la profesión y ejemplo de superación personal, recordándonos que el verdadero éxito se alcanza cuando se logra el equilibrio entre lo profesional y lo humano.